Un día especial, momentos que celebrar y la mejor compañía requieren un marco digno, ¿no? El elegido fue este restaurante oscense y claro, uno tiene ganas de disfrutar. El local, tras la puerta señorial, es bonito aunque algo deslavazado. Unos biombos (que a mi pareja le encantaron) separan los espacios. Mesas quizá demasiado juntas y bien preparadas. Se ofrece cocina de producto, de la zona y toques creativos. Existe, además de la carta, un menú degustación a 59'40 €, por el que optamos. En la parte líquida, carta de vinos no muy larga y centrada en vinos aragoneses y de regiones limítrofes a precios contenidos. Escogí un vino del que no disponían, motivo por el cual ofrecieron otro al mismo precio, Señorío de Andión 2001 (D.O. Navarra), y acertaron, estuvo a la altura de los acontecimientos, muy redondo. Con los postres me acompañó un Disznòkò Tokaji Aszù 5 Puttonyos 2001 (Tokaj-hegyalja, Hungría), un absoluto espectáculo. Sin más preámbulos, vayamos con los manjares