Necesitaba comer relativamente pronto (y bien) y este restaurante me ofrecía la posibilidad, así que me decidí por él. Y creo que fue un acierto.
Local céntrico, contemporáneo y con mucha madera.
Hay un expositor de mercado, pero ese día había poco género.
La carta ofrece mucho mar y sugerente mezcla de tradición y evolución, como marca su nombre. Me dejé asesorar en cuanto a vinos por copas y probé Manzanilla Velo flor (D.O. Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda), siempre excelsa, Parrona & Cia 2023 (sin D.O., provincia de Sevilla), equilibrado y cálido, Tarantelo blanco 2024 (sin D.O., Cádiz), elegante y fresco, y Menade Sauvignon Dulce 2023 (V.T. Castilla y León), fragante y con buena acidez.
Comí:
-Sardina marinada (sobre pan de tomate y pimientos asados, rica)
-Ensaladilla de gamba roja (una delicia, de las mejores que recuerdo)
-Huevas de choco de trasmallo a la plancha (un producto singular bien tratado, me encantó)
-Calamar de potera frito en anillas (una delicia, maravillosa técnica y gran materia prima)
-Babá "emborrachado" (con piña, anís estrellado y menta, diferente y sensacional)
Buen café final.
El personal estuvo muy atento y diligente.
Pagué 69 €.
Una comida que me dejó muy buenas sensaciones, sencillamente. Quizá algo caro, pero todo lo que pude degustar alcanzaba un alto nivel.
Ojalá tenerlo cerca para probar más cosas.
Recomendable.
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