Situado en un chalet de la ribera del Manzanares, supone un viento nuevo y, a la vez, una vuelta a los orígenes.
Sala mínima y que recuerda a una casa particular.
Mesas muy bien vestidas y copas óptimas.
La cocina personal de Jorge Muñoz y Sara Peral marca y define el menú. Optamos por el corto (120 € en enero, momento de la visita) con algún añadido. En lo enológico, carta interesante y curiosa a precios elevados. Bebimos Chanterêves Aligoté Bas Des Ees 2021 (Bourgogne A.O.C.), intenso y mineral, Simon Maye & FilsVieilles Vignes Syrah (A.O.C. Valais), que creo que es el primer vino suizo que pruebo y me gustó bastante, y Kaori Hanayagu Junmai, un sake fermentado con levadura de vino que acompañó de maravilla a quesos y postres.
Vamos con la comida:
-Viande et charcuterie (descomunal selección de charcutería elaborada en el restaurante, cuello de gallo, lengua escarlata de cebón, salchichón de faisán, coppa y boudin noir, un disfrute absoluto)
-Fromage de tête (de chicharrón, con rábano encurtido y un pan sublime, un pase muy acertado)
-Trucha-bedón-manzano (trucha ahumada en el restaurante, sus huevas y una mantequilla inolvidable, espectacular)
-Salmonete-amazake (uno de los bocados de mi vida, salmonete en un punto inmejorable, con el crujiente de la fritura y la profundidad que aportan las lías de sake, apabullante)
-Chicharro-amarillo-shime saba (chicharro curado, uno sopleteado y otro no, sabroso)
-Perdiz roja (colorá-orza-frita) (rica empanadilla con la conserva del ave en manteca colorá)
-Perdiz roja (penca-importancia) (con el caldo del guiso de la perdiz, no me satisfizo especialmente)
-Chocolate-Færøerne (pimiento chocolate asado con una emulsión de bacalao, anodino)
-Champiñón-botón (curiosa preparación únicamente con champiñones, delicioso)
-Mero negro-ajilimójili (tremendo, de lo mejor de la comida, producto notable con una emulsión de sus espinas)
-Zampone-daganzo (una especie de cocido en un vuelco con un gran garbanzo y otra chacina casera, rico)
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