Vuelta a Arallo. Tenía ganas de volver y de enseñárselo a mis acompañantes, y aquí estamos...
Me sigue encantando la puesta en escena. Todo continúa igual.
Carta con pocos cambios. En lo enológico persisten pocas e interesantes referencias. Escogí La increíble mosquita muerta 2017 (D.O. Vinos de Madrid), un monovarietal de malvar fresco y sugerente.
Comimos:
-Volandeira agripicante (un placer, mejor de lo que la recordaba)
-Salmonete y encurtidos caseros (versión actual y que ha subido enteros, si cabe, uno de los platos que repetiría con más frecuencia, exquisito)
-Tartar de carabinero y jicama (sabroso y equilibrado, rico)
-Dumpling de suquet (muy goloso, buenas texturas y sabores conseguidos)
-Pizza indi de anguila ahumada (agradable, pero esperaba más presencia de curry y queso)
El café se sirve en una cafetera italiana que da para tres. Siempre preferiré un espresso, mas es aceptable.
El personal se mostró amable, divertido y capaz.
Pagamos unos 30 € por persona.
No creo poder añadir otro elogio más a este proyecto. Lo vi bien y en esta visita lo veo mejor, como ya intuía.
Esa cocina contaminada, siguiendo sus propias palabras, es de las que más apetece, de las que sorprenden e impactan.
La evolución parece imparable. Yo solo espero poderla ver de vez en cuando.
Me sigue encantando la puesta en escena. Todo continúa igual.
Carta con pocos cambios. En lo enológico persisten pocas e interesantes referencias. Escogí La increíble mosquita muerta 2017 (D.O. Vinos de Madrid), un monovarietal de malvar fresco y sugerente.
Comimos:
-Volandeira agripicante (un placer, mejor de lo que la recordaba)
-Salmonete y encurtidos caseros (versión actual y que ha subido enteros, si cabe, uno de los platos que repetiría con más frecuencia, exquisito)
-Tartar de carabinero y jicama (sabroso y equilibrado, rico)
-Dumpling de suquet (muy goloso, buenas texturas y sabores conseguidos)
-Pizza indi de anguila ahumada (agradable, pero esperaba más presencia de curry y queso)
El café se sirve en una cafetera italiana que da para tres. Siempre preferiré un espresso, mas es aceptable.
El personal se mostró amable, divertido y capaz.
Pagamos unos 30 € por persona.
No creo poder añadir otro elogio más a este proyecto. Lo vi bien y en esta visita lo veo mejor, como ya intuía.
Esa cocina contaminada, siguiendo sus propias palabras, es de las que más apetece, de las que sorprenden e impactan.
La evolución parece imparable. Yo solo espero poderla ver de vez en cuando.
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