Las Torres (Huesca) (V)

De nuevo por aquí.

Sin cambios.

Menú concertado por cliente habitual, desconozco precio. Los vinos servidos fueron el ligero Glárima de Sommos Blanco Joven 2020 (D.O. Somontano) y el fantástico Senda 2017 (D.O. Vinos de Madrid).

Comimos:

-Aperitivos (crema de patata, revuelto de longaniza, zanahoria en texturas y buñuelo de ternera, destacaré de entre ellos la zanahoria, correctos)
El pan, siempre el pan de Las Torres. Esta vez focaccia de crema y verduras y bollo relleno de queso y berenjenas. Maravillosos.
-Langostinos, remolacha, quesos, foie, miel (ensalada algo abigarrada pero con buenos productos y muchos matices)
-Alcachofas naturales, hígado de pato, mostaza (un clásico de esta casa, siempre formidable, muy equilibrado)
-Merluza salvaje, almendras, tomate, tomillo (pescado en su punto, guarniciones frescas, el crujiente quemado restaba)
-Vacuno pirenaico, magret de pato, fresas, boniatos, pistachos (dos carnes diferentes, ambas sabrosas y jugosas con contrastes más apropiados para el pato que para la ternera)
-Helados de mango y fresas con fresas y teja (refrescante, las fresas cocinadas elevaban el conjunto)
-Chocolate, frambuesas cariñosas, peta zetas (potente tarta, buen chocolate)
-Lamines (delicados, estupendo remate)
El café es impresionante.
El personal anduvo más dubitativo que en otras ocasiones, pero Rafa Abadía lo soluciona todo.
Los platos barrocos y algún que otro viaje en el tiempo son ya emblema de esta casa, y eso ha de ser motivo de alegría.
Las modas no van con este restaurante, pero de aquí siempre se sale contento.
Imprescindible en Huesca.









Comentarios