Cancook ha crecido desde mi visita, tocaba comprobarlo.
Todo más bonito, pero sin cambios importantes.
En días festivos, pues en laborables existe otro reducido, se ofrecen dos menús, entre los que escogimos el corto (85 €). La carta de vinos es extensa, cuidada y cara. Escogí Cuevas de Arom As ladieras 2018 (D.O. Campo de Borja), que me pareció excelente.
Para comenzar el menú se pasa a la cocina, el resto ya en la mesa. Vamos allá:
-Kombucha-cardamomo (ligera, nada especial)
-Oliva-vermut (esfera bien hecha, rico)
-Tortilla-trufa-setas (anodina)
-Pepino-trucha-mojama (muy fresco, me gustó)
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Foie-sardina-caviar (bocado goloso, buenísimo)
-Sobrasada-hummus-congrio (de latón de La Fueva, en un buñuelo algo aceitoso)
-Gofre ibérico-kimchi (gofre hecho con las manitas y matices de kimchi y piparras, estratosférico, lo mejor del menú)
En este momento se sirve un estupendo pan casero con mantequilla, también casera, y aceite Diezdedos del Bajo Aragón, variedad corbella, que no conocía y me encantó.
-Tomate-bonito-almendra (bonito semiseco con contrastes mediterráneos, evidente pero correcto)
-Ostra-setas-papada (otra de las vedettes del almuerzo, buena ostra albardada con panceta, un gran fondo y trompetas de la muerte, esplendoroso)
-Foie, pepitoria, nabo (la crema de pepitoria amalgama el conjunto, pero no acaba de funcionar)
-Bacalao-suquet-pimiento (excepcional suquet que elevaba el plato de manera muy notable, patatas crudas, en cambio)
-Pichón-buñuelo-paté (la pechuga en gran punto, el buñuelo de los muslos es delicioso y el paté, con bonita presentación, contundente, magnífico conjunto)
-Boniato-coco-vainilla (además de naranja y zanahoria, complejo y satisfactorio)
-Cacao-especias-stracciatella (chocolate de gran calidad, buen postre)
Con el café, aunque demasiado tarde, se sirvieron agradables petit fours, sobresaliendo el bombón de frambuesa y regaliz.
El café, por cierto, tiene en esta casa un cuidado muy especial. Lo tomé espresso y de Kenya y estaba exquisito.
El personal es académico y amable.
Pagamos 109 € por persona.
Ramcés González y Diego Millán han sabido refinar su propuesta de una forma muy notoria. Recetario y productos aragoneses que viajan y se sofistican.
Los precios son algo elevados, a mi juicio, y eso modifica la percepción global.
Me parece casi incoherente hablar de irregularidad en una cocina tan fina y limpia, pero es la sensación que me dejan algunas elaboraciones. Los sabores tenues se apoderan frecuentemente de los platos y esa no es mi idea.
Por otro lado, a veces se encuentra la excelencia.
Lo dicho, cocina y sala evolucionando y grandes fortalezas, pero también margen de mejora.
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