Es un bar largo y estrecho, con decoración de estilo modernista, ciertamente agradable. Yo creo que lo ideal es comer en la barra y disfrutar también del espectáculo que en ella se produce.
Mezcla de bistró, bar típico andaluz y vanguardia barcelonesa, todo ello en versión de alto nivel.
Ese día había menú (15 €, creo), en carta raciones y tapas y a la vista pescado y marisco fresco. Disponen de carta de vinos, algunos de ellos por copas, pero preferí las buenas cañas de Moritz que hacen mezclando dos tipos de cerveza y que están buenísimas.
Comimos:
-Ensaladilla (no soy un gran amante de esta preparación, pero ésta está muy rica)
-Tortillitas de camarones (las he pedido cada vez que he ido, regeneradas al momento, siempre agradables)
-Bocadillo de calamares (curioso, el bocado se hace demasiado corto)
-Fritura de morena en adobo y gambitas de playa (quizá le sobra tanta hierba pero el punto del pescado es correcto)
-Huevos rotos con cecina de León (diferentes a los habituales, gran cecina, magnífico resultado)
-Babá al ron (excesiva cantidad de ron, pero vamos, delicioso)
Tras esto, unos buenos cafés.
La cuenta de esta comida ligera llegó hasta los 20 € por persona.
El personal es amable y capaz, me gustan más que el que parece su jefe, tocado con un sombrero y con mejorables maneras.
También son muy recomendables las ortiguillas, las mollejas o el steak tartar.
Es cierto que las raciones son algo escasas y que algunos precios parecen excesivos, pero también que la calidad y el buen hacer reinan en el local. Aplaudo este tipo de iniciativas y retocaría cosas, sí, pero es un placer tener al alcance bares que se preocupan tanto de los detalles.
Me gusta este bar, me lo paso bien en esta barra, volveré.
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