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Edulis, Madrid

Reunión de amigos en torno a una buena mesa, vamos, una fiesta. Para ello pensé en este restaurante y en su renovada sala y allí nos encaminamos.
Local espacioso, amplio y bonito. Muy buenas impresiones.
Destacaré la mantelería de hilo, gris, sobria pero informal. Copas correctas.
Disponen de carta y dos menús degustación, escogimos el más largo de ellos ( 47 €).
La ingrata sorpresa llegó con la carta de vinos, no existe. Los camareros cantan las referencias amablemente, pero dificulta la elección de forma notable. Elegimos probar varios vinos: Tres matas Crianza 2009 (D.O. Ribera del Duero), elegante y fresco, Marqués de Valdueza Etiqueta Roja 2008 (V. T. Extremadura), sabroso y equilibrado, El Regajal Selección especial 2010 (D.O. Vinos de Madrid), golosó, me encantó y Torelló 225 Brut Nature Gran Reserva (D.O. Cava), majestuoso espumoso, un placer.
Vamos con la comida:
-Crema de verduras (aperitivo clásico, correcto)
-Ensalada Edulis de perdiz y setas (agradable)
-Flor de calabacín en tempura rellena de puerro, gambas y queso (bien ejecutado, sabroso)
-Huevos escalfados con boletus edulis salteados con espuma de patata y trufa (perfecta versión de este plato, una de las estrellas de la casa)
-Rape con guiso de manitas y seta carbonera (un acierto, intenso)
-Steak tartare de ternera (carne de buena calidad pero al aliño le faltaba algo de chispa)
-Bizcocho de zanahoria, helado de pistacho y sopa de chocolate blanco y curry (ración escasa, pero este postre me pareció espectacular, de lo mejor de la comida)
Tras esto llegó un café muy bueno, de los de recordar.
Los combinados (buenos gin tonics) fueron cortesía de la casa.
La cuenta ascendió a unos 75 € por persona.
El personal intentó agradar en todo momento con corrección y profesionalidad.
Debo decir que los platos fueron siempre actores secundarios, el encuentro y las historias fueron protagonistas, lo cual no habla bien de la comida. Eso sí, también apuntaré que disfruté con casi todas las preparaciones.
La atmósfera es acogedora y los platos están bien hechos, ¿qué falta? Quizá un poco de valentía que, en honor a la verdad, haría al restaurante mucho menos comercial.
Pese a todo, buena dirección capitalina para degustar cocina tradicional renovada.

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