Pocas veces un local pone tan de acuerdo a la crítica como este, tenía que conocerlo.
Domingo (me encanta que se pueda comer en domingo en los grandes), ligera sensación de resaca y sueño, metro y calles de Madrid...
Local acogedor, muy informal.
Mantel individual y servilletas de tela. Prefiero otra cosa y además los manteles me parecen horribles, cuestión de gustos. Copas correctas.
Carta de las que te llaman, preparaciones curiosas y productos de temporada. Casi todo en medias raciones, lo aplaudo.
Buena selección de vinos por copas. Probé Manzanilla Torrebreva ((D.O. Jerez-Xérès-Sherry y Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda), elegante y delicada, Treinta mil maravedíes 2011 (D.O. Vinos de Madrid), agradable, Flor de Vetus 2011 (D.O. Toro), intenso, sensacional y Baumard Carte D'Or 2010 (AOC Coteaux du Layon), especialmente sorprendente. Todos ellos a 3 € o menos la copa, un placer.
Comí:
-Aperitivo de morcilla y calabaza (intrascendente)
-Buñuelos de Idiazábal (espectaculares, para volver solo por ellos)
-Croquetas de calçots (bien, pero nada que ver con sus compañeros)
-Revuelto de corujas con Comté (me gustó pero quizá le añadiría algo de sabor y contundencia)
-Tierra vs. agua (lamprea desmigada con orechiette, uno de esos platos que recordaré mucho tiempo, me quito el sombrero ante César y su equipo)
-Lakasito (se supone que dentro está su filosofía, probadlo, exquisito)
El café final con minimagdalena estuvo a buena altura.
El servicio fue muy atento y eficaz.
La cuenta ascendió a 46 € (invitación al café). Buen precio.
Estamos ante una casa de comidas de las de ahora, de las de siempre... Un lugar en el que se disfruta, un espacio al que deseas volver.
César Martín es un cocinero como la copa de un pino y además ha dado con la fórmula para triunfar. Comer maravillosamente y pagando lo adecuado no es sencillo, aquí se consigue.
Esta "kasa" pasa desde ahora mismo a ser también la mía.
Domingo (me encanta que se pueda comer en domingo en los grandes), ligera sensación de resaca y sueño, metro y calles de Madrid...
Local acogedor, muy informal.
Mantel individual y servilletas de tela. Prefiero otra cosa y además los manteles me parecen horribles, cuestión de gustos. Copas correctas.
Carta de las que te llaman, preparaciones curiosas y productos de temporada. Casi todo en medias raciones, lo aplaudo.
Buena selección de vinos por copas. Probé Manzanilla Torrebreva ((D.O. Jerez-Xérès-Sherry y Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda), elegante y delicada, Treinta mil maravedíes 2011 (D.O. Vinos de Madrid), agradable, Flor de Vetus 2011 (D.O. Toro), intenso, sensacional y Baumard Carte D'Or 2010 (AOC Coteaux du Layon), especialmente sorprendente. Todos ellos a 3 € o menos la copa, un placer.
Comí:
-Aperitivo de morcilla y calabaza (intrascendente)
-Buñuelos de Idiazábal (espectaculares, para volver solo por ellos)
-Croquetas de calçots (bien, pero nada que ver con sus compañeros)
-Revuelto de corujas con Comté (me gustó pero quizá le añadiría algo de sabor y contundencia)
-Tierra vs. agua (lamprea desmigada con orechiette, uno de esos platos que recordaré mucho tiempo, me quito el sombrero ante César y su equipo)
-Lakasito (se supone que dentro está su filosofía, probadlo, exquisito)
El café final con minimagdalena estuvo a buena altura.
El servicio fue muy atento y eficaz.
La cuenta ascendió a 46 € (invitación al café). Buen precio.
Estamos ante una casa de comidas de las de ahora, de las de siempre... Un lugar en el que se disfruta, un espacio al que deseas volver.
César Martín es un cocinero como la copa de un pino y además ha dado con la fórmula para triunfar. Comer maravillosamente y pagando lo adecuado no es sencillo, aquí se consigue.
Esta "kasa" pasa desde ahora mismo a ser también la mía.
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