Volvía a este restaurante tras demasiado tiempo.
Sin cambios, buena separación entre mesas. Mucha sensación de comodidad.
Mesas bien vestidas y copas adecuadas.
La propuesta es cocina de mercado con toques creativos, manifestada en carta y varios menús. Escogimos el de 30 €, que consta de varios entrantes y segundo y postre a elegir de entre varios bien interesantes.
En lo enológico, carta corta y curiosa. Opté por Umami 2018 (D.O. Penedés), fresco y cítrico.
Comimos:
-Croqueta de jamón (fluida y crujiente, rica)-Crema de alcachofas con bacalao ahumado (buena textura, matices conseguidos)-Carpaccio de pulpo con crema de patata y alioli de azafrán (de nuevo este plato y de nuevo lo mejor de la comida, acierto completo)-Bao de muslo de pato, setas y manzana (con una mayonesa de setas, jugoso y sabroso, aunque la masa es mejorable)-Magret de pato con salsa de frambuesa (algo pasada de punto pero potente, buen producto)-Pan, aceite y chocolate (postre catalán eterno, agradable)
-Rocas con chocolate ruby y petazetas (a modo de petit-four, buen detalle)
Café final únicamente correcto.
El personal se mostró amable y competente.
Pagamos muy a gusto unos 35 € por persona.
Jordi Pallàs es un gran cocinero y eso se ve en cada plato que sale de esa cocina vista donde oficia con pasión y técnica. Conseguir este menú a este precio es un verdadero prodigio y yo le agradezco mucho el esfuerzo.
Hay que ir.
Comentarios
Publicar un comentario