Hace tiempo que tenía ganas de visitar el primer restaurante de los Ibarboure y por fin aquí estaba.
Maravillosa terraza soleada y cómoda.
Mesas con manteles individuales de imitación de cuero y servilletas de tela. Copas adecuadas.
Se ofrece cocina de autor a partir del producto estacional y de proximidad. Hay posibilidad de carta y de varios menús. Escogí su menú del día, "Retour du marché" (48 €, que con dos copas de vino suma 20 € más). Bebí Maison des Ardoisieres Silice Blanc 2022 (I.G.P. Vin des Allobroges), un blanco elegantísimo con notas minerales y de pastelería, y Domaine Arretxea Tradition 2022 (A.O.C. Irouléguy), frutal y equilibrado.
Comí:
-Aperitivo (buenísimo, destacando el saquito de maíz)
Gran aceite de oliva y mejor mantequilla con piment d'Espelette.
-Atún rojo con encurtidos (fabuloso, gran materia prima)
-Crujiente de verduras (muy bien hecho)
-Las flores de calabacín de nuestro jardín rellenas de trucha de Banka, salsa de mantequilla blanca con cardamomo verde (uno de los mejores platos de verduras que recuerdo, sencillamente majestuoso, impresionante sabor, canónica fritura y una salsa que redondea el conjunto)
-Magret de pato asado con especias, salsa agridulce de naranja, crema de zanahoria asada y encurtidos de cebollas rojas (gran punto del ave y una salsa potente y muy interesante)
-Tarta soufflé, crema de chocolate, praliné de avellanas y helado de cebada (intensa tartaleta con un helado curiosísimo que funcionaba perfectamente)
-Petit fours (magistrales, me encantó el de saúco)
Estupendo café final.
El personal es extraordinariamente amable y capacitado.
Pagué 78 €.
El propio Martin Ibarboure estaba cocinando y elevando el nivel de cada una de las preparaciones, y con ello el disfrute de los comensales.
Todo está en su sitio, todo tiene la textura que debe y los sabores son limpios y pronunciados. Y ese podría ser el resumen de la experiencia.
Qué bien lo pasé.
Quiero volver con gente a la que quiero. Y eso deja claro lo que pienso.
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