Un buen buffet libre es un placer culpable, y de este se dice que es el mejor. Lo habitual es salir decepcionado de este tipo de locales, pero este famoso proyecto me hacía mucha ilusión.
Mucha madera noble y aire clásico presiden el espacio. Agradable.
Al reservar a través de la web eliges la zona, yo opté por la sala.
Las mesas, aunque bien vestidas, están demasiado próximas entre sí. Copas mejorables.
La oferta es apabullante y comprende todo el abanico de cocina clásica francesa. El precio, 35,90 € por persona, permite disfrutar de todo el buffet a voluntad. En lo enológico, amplia carta centrada en el sur de Francia y precios de bodega. Un lujo para el amante de los vinos. Escogí L'Arjolle Equinoxe Viognier Sauvignon 2016 (Côtes de Thongue A.O.C.), complejo y elegante, Domaine de la Ramade Les murailles 2016 (I.G.P. Côteaux de Narbonne), fresco y afrutado, y Les Clos de Paulilles Rouge 2016 (Collioure A.O.C.), denso y mineral. Los tres estuvieron a gran nivel.
Todo está colocado con gusto y mimo, por tanto resulta muy apetecible.
Los expositores de marisco, foie gras y, sobre todo, queso son un paraíso gastronómico. De lo que probé frío destaco el jamón cocido, el pâté en croûte, la crème brûlée con foie gras y el lóbulo de foie gras de pato con pimiento de Espelette.
Comentario aparte merece el queso. Unas 45 variedades en perfecto estado de afinación y elegidas con buen criterio. Si un día me pierdo quizá aquí se me pueda encontrar. Este apartado merece por sí solo la visita.
En la zona de la cocina caliente también hay muchas opciones. Mis preferencias fueron el solomillo con foie gras, magnífico en cuanto a punto y calidad, y las ostras gratinadas con muselina de champagne.
Es asombroso que esa cocina despache tal número de platos con buena factura.
Los postres hipnotizan. Se ofrecen unas 50 preparaciones y su presencia es muy importante. De lo degustado me quedo con el babà, el éclair de café, la tartaleta de chocolate y algún dulce árabe.
El café es aceptable.
Al final se sirvió, por cortesía de la casa, un licor anisado.
El personal fue muy amable y atento.
Pagamos unos 51 € por persona.
La temida decepción nunca llegó. Diría que la experiencia fue incluso mejor que lo que marcaba la ilusión.
El equipo funciona como una máquina muy bien engrasada. La gran presencia de gente no evita que todo esté adecuadamente y, además, el trabajo sale con dignidad.
Aquí no se puede esperar el producto más excelso, pero sí un nivel bastante alto.
Esta orgía se disfruta mucho y se puede pagar, motivos suficientes para el éxito del negocio.
Una gran satisfacción.
Mucha madera noble y aire clásico presiden el espacio. Agradable.
Al reservar a través de la web eliges la zona, yo opté por la sala.
Las mesas, aunque bien vestidas, están demasiado próximas entre sí. Copas mejorables.
La oferta es apabullante y comprende todo el abanico de cocina clásica francesa. El precio, 35,90 € por persona, permite disfrutar de todo el buffet a voluntad. En lo enológico, amplia carta centrada en el sur de Francia y precios de bodega. Un lujo para el amante de los vinos. Escogí L'Arjolle Equinoxe Viognier Sauvignon 2016 (Côtes de Thongue A.O.C.), complejo y elegante, Domaine de la Ramade Les murailles 2016 (I.G.P. Côteaux de Narbonne), fresco y afrutado, y Les Clos de Paulilles Rouge 2016 (Collioure A.O.C.), denso y mineral. Los tres estuvieron a gran nivel.
Todo está colocado con gusto y mimo, por tanto resulta muy apetecible.
Los expositores de marisco, foie gras y, sobre todo, queso son un paraíso gastronómico. De lo que probé frío destaco el jamón cocido, el pâté en croûte, la crème brûlée con foie gras y el lóbulo de foie gras de pato con pimiento de Espelette.
Comentario aparte merece el queso. Unas 45 variedades en perfecto estado de afinación y elegidas con buen criterio. Si un día me pierdo quizá aquí se me pueda encontrar. Este apartado merece por sí solo la visita.
En la zona de la cocina caliente también hay muchas opciones. Mis preferencias fueron el solomillo con foie gras, magnífico en cuanto a punto y calidad, y las ostras gratinadas con muselina de champagne.
Es asombroso que esa cocina despache tal número de platos con buena factura.
Los postres hipnotizan. Se ofrecen unas 50 preparaciones y su presencia es muy importante. De lo degustado me quedo con el babà, el éclair de café, la tartaleta de chocolate y algún dulce árabe.
El café es aceptable.
Al final se sirvió, por cortesía de la casa, un licor anisado.
El personal fue muy amable y atento.
Pagamos unos 51 € por persona.
La temida decepción nunca llegó. Diría que la experiencia fue incluso mejor que lo que marcaba la ilusión.
El equipo funciona como una máquina muy bien engrasada. La gran presencia de gente no evita que todo esté adecuadamente y, además, el trabajo sale con dignidad.
Aquí no se puede esperar el producto más excelso, pero sí un nivel bastante alto.
Esta orgía se disfruta mucho y se puede pagar, motivos suficientes para el éxito del negocio.
Una gran satisfacción.
Comentarios
Publicar un comentario