La costumbre más civilizada que he visto es el aperitivi italiano. Un cóctel antes de cenar es una magnífica idea.
Fuera de bromas, tanto en ese formato como en horas más golfas, la coctelería que vi en Milán me pareció de un altísimo nivel.
Relataré algunas experiencias:
En el Dry, además de su extraordinaria comida, probé el Vintage Negroni (ginebra Bulldog, Campari, vermú Cinzano Rosso y Barolo Chinato) servido directamente del sifón. Excelente.
N'ombra de vin es un proyecto descomunal.
Probé un dry martini tras elegir la ginebra Etsu y me encantó.
Me quedé con muchas ganas de probar su carta de vinos y hasta su selección de salumi.
Obligatorio.
La muy turística Terrazza Aperol tiene una situación envidiable, pero su coctelería es menos interesante. Probé su Passion 60' (Campari, Cynar, vermú Cinzano Rosso, Angostura) y solo cumplió.
La comida de acompañamiento es únicamente correcta.
El MAG, en Navigli, es una buena opción nocturna.
Probé su 24 de julio de 1949 (una especie de Old fashioned con ginebra Amazzoni y cognac Martell y me pareció curioso.
Giardino Cordusio me pareció un sitio precioso. De los más bonitos en los que he estado.
Bebí su Milano-Torino (con vermú Mancino y una selección de bitters hecha por ellos) y es sublime. El mejor del viaje.
En Bella Milano Bistrot probé el Prunus (Vetz, Disaronno y ciruela) y fue agradable, aunque no a la altura de alguno de los anteriores.
En definitiva, es obligatorio probar la coctelería en esta ciudad. Obligatorio.
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