Para cerrar el viaje a Biarritz voy a contar alguna experiencia más allá de las comidas y cenas.
Miremont es la pastelería más famosa de Biarritz, pero se ve más pasado que presente.
El milhojas, únicamente correcto.
Precios altos y calidad que no llega a ese nivel.
Bleach es un bar con ambiente moderno y surfero. Huele a brett, así que los vinos naturales son su especialidad.
Ahora bien, el café me gustó mucho. La cookie, sin más.
En el hall del Hotel du Palais se gana vida, no cabe duda.
Uno de los dry martinis que recordaré bastante tiempo.
Precioso.
Y además los precios me parecieron adecuados. Comer ya parece otra cosa.
Lobita ofrece espectaculares cafés en el propio mercado. La bollería, de otro puesto del mismo, también me pareció muy bien hecha.
Largas colas todas las mañanas...
L’ArtNoa es un maravilloso bar de vinos donde van cambiando la propuesta y siempre es apetecible. Imprescindible para el aficionado.
Noisette sí me pareció sublime. Tanto en pastelería como en bollería muestra un nivel apasionante.
Para quedarse a vivir.
En Balme todo gira alrededor de la trufa. Me gustó su petit croque, potente y goloso.
Y por esta vez, nada más que destacar.
Volvería cada verano...
Comentarios
Publicar un comentario