La historia es realmente interesante, pero el tratamiento del mundo del vino es lo que hace que esta serie sea excepcional.
Japón y Francia, con sus sociedades y sus estereotipos, y una competición singular.
La historia viene de un manga, pero su adaptación parece muy conseguida.
Fleur Geffrier sobresale en un reparto desigual.
En varios momentos la emoción traspasa la pantalla y las ganas de probar ese vino se vuelven inmensas. Nada mejor se puede decir.
Elegante y poderosa. Como un buen vino, claro.
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