Sé que la felicidad que me produce comer en estos templos es efímera, ¿pero no es efímera la felicidad en sí misma?
Desde que fui a Shunka la visita a Koy Shunka se convirtió en objetivo, quizá la mejor cocina japonesa que se hace en este país, quizá incluso el mejor japonés fuera de Japón...
Lujo ya desde la entrada, estancia muy agradable, obras de arte y minimalismo oriental. Espacio central de trabajo, gran barra de madera de cedro y mesas altas y bajas.
Reservé en la barra y eso ya es especial, el espectáculo visual casi iguala al palatal. Sillas muy cómodas, ausencia de mantelería, palillos y buenas copas.
Ofrece carta y dos menús degustación, escogí el menú Koy (74 € IVA incluido, ejemplo a seguir) que muestra más cocina que producto sin descuidarlo, claro está. Pedí cambiar el postre y no hubo ningún problema. Carta de vinos larga, muy sugerente, a precios algo elevados. Opté por un Patrick Piuze Petit Chablis 2011 (Petit Chablis AOC), fresco y vibrante, ideal para esta comida.
Hideki Matsuhisa y su gran grupo están preparados, como instrumentos fuego y cuchillos, comienza el concierto:
-Chips de taro con crema de miso y foie (crema deliciosa, esto va en serio)
-Sopa de miso (una pasada, servida como si de un cortado se tratara, potente y placentera)
-Crema de tofu con erizo (delicadísimo a la vez que intenso, un juego magnífico)
-Carpaccio de vieira y nabicol (refrescante pero quizá algo insípido, ¿a propósito?)
-Tempura de guisantes frescos de Llavaneres con bacalao y aire de limón (un plato muy conseguido, buen producto y buen tratamiento, comerías sin parar)
-Fideos japoneses en el caldo "dashi", secreto ibérico y cigala (no será fácil comer un plato mejor este año, el espectacular caldo con sabores marinos y ahumados, la carne con aromas a brasa y la cigala casi cruda hacen que, junto a una estupenda pasta, el conjunto eleve el nivel hasta cotas prácticamente inalcanzables)
-Sashimi (bonito soasado, cherna y diferentes cortes de atún rojo en un plato con la silueta del mapa de Japón, inconmensurable, el arte de los cuchillos y el producto mandan)
-Toro tataki, shiitakes y arroz (otro homenaje a Japón, con varios de sus ingredientes más significativos, el tataki impresionante)
-Pinchos de kokotxas de merluza y calçots (sencillo e impactante, en este teatro no es el artista principal, en otro le haríamos la ola)
-Ternera japonesa "wagyu" en cazuela japonesa (el concepto me gustó más que el resultado, plato notable de todos modos)
-Sushi (cuatro irreprochables nigiris, de anguila del Delta, de toro, de gamba de Palamós y de salmón, no sabría cual elegir, quizá gamba y toro, maravillosos)
-Mochi de fresa (tan modesto como elegante, el postre que me apetecía, realmente rico)
Un buen café y un chupito de sake frío cortesía de la casa cerraron la tarde. Hubiera querido bises y todo...
El personal se mostró diligente y amable toda la comida, siempre dispuesto a agradar al comensal, nada que objetar.
El precio de la entrada, 90 €, bien vale lo sentido.
¿Qué más se puede decir sobre este restaurante? Creo que si te interesa esto de la gastronomía se debe conocer. Juega en otra liga y lo demuestra con hechos.
Sabores contundentes a veces, otras poco más que texturas. Ingredientes de lujo mezclados con otros más humildes, los menos, eso sí. Personal muy cualificado y perfectamente ensamblado para conseguir una máquina perfecta. Criterio y concepto. Japón y su gastronomía en muy alta expresión, con todo lo que esperas y con todo lo que no imaginas.
La emoción llega y te acompaña durante todo el trayecto, eso es lo que no se consigue en muchos sitios y eso es lo que yo busco. Y entonces aparece esa felicidad, la que nombraba al principio, intensa como ese caldo y fugaz como uno de esos nigiris, pero real, muy real...
Desde que fui a Shunka la visita a Koy Shunka se convirtió en objetivo, quizá la mejor cocina japonesa que se hace en este país, quizá incluso el mejor japonés fuera de Japón...
Lujo ya desde la entrada, estancia muy agradable, obras de arte y minimalismo oriental. Espacio central de trabajo, gran barra de madera de cedro y mesas altas y bajas.
Reservé en la barra y eso ya es especial, el espectáculo visual casi iguala al palatal. Sillas muy cómodas, ausencia de mantelería, palillos y buenas copas.
Ofrece carta y dos menús degustación, escogí el menú Koy (74 € IVA incluido, ejemplo a seguir) que muestra más cocina que producto sin descuidarlo, claro está. Pedí cambiar el postre y no hubo ningún problema. Carta de vinos larga, muy sugerente, a precios algo elevados. Opté por un Patrick Piuze Petit Chablis 2011 (Petit Chablis AOC), fresco y vibrante, ideal para esta comida.
Hideki Matsuhisa y su gran grupo están preparados, como instrumentos fuego y cuchillos, comienza el concierto:
-Chips de taro con crema de miso y foie (crema deliciosa, esto va en serio)
-Sopa de miso (una pasada, servida como si de un cortado se tratara, potente y placentera)
-Crema de tofu con erizo (delicadísimo a la vez que intenso, un juego magnífico)
-Carpaccio de vieira y nabicol (refrescante pero quizá algo insípido, ¿a propósito?)
-Tempura de guisantes frescos de Llavaneres con bacalao y aire de limón (un plato muy conseguido, buen producto y buen tratamiento, comerías sin parar)
-Fideos japoneses en el caldo "dashi", secreto ibérico y cigala (no será fácil comer un plato mejor este año, el espectacular caldo con sabores marinos y ahumados, la carne con aromas a brasa y la cigala casi cruda hacen que, junto a una estupenda pasta, el conjunto eleve el nivel hasta cotas prácticamente inalcanzables)
-Sashimi (bonito soasado, cherna y diferentes cortes de atún rojo en un plato con la silueta del mapa de Japón, inconmensurable, el arte de los cuchillos y el producto mandan)
-Toro tataki, shiitakes y arroz (otro homenaje a Japón, con varios de sus ingredientes más significativos, el tataki impresionante)
-Pinchos de kokotxas de merluza y calçots (sencillo e impactante, en este teatro no es el artista principal, en otro le haríamos la ola)
-Ternera japonesa "wagyu" en cazuela japonesa (el concepto me gustó más que el resultado, plato notable de todos modos)
-Sushi (cuatro irreprochables nigiris, de anguila del Delta, de toro, de gamba de Palamós y de salmón, no sabría cual elegir, quizá gamba y toro, maravillosos)
-Mochi de fresa (tan modesto como elegante, el postre que me apetecía, realmente rico)
Un buen café y un chupito de sake frío cortesía de la casa cerraron la tarde. Hubiera querido bises y todo...
El personal se mostró diligente y amable toda la comida, siempre dispuesto a agradar al comensal, nada que objetar.
El precio de la entrada, 90 €, bien vale lo sentido.
¿Qué más se puede decir sobre este restaurante? Creo que si te interesa esto de la gastronomía se debe conocer. Juega en otra liga y lo demuestra con hechos.
Sabores contundentes a veces, otras poco más que texturas. Ingredientes de lujo mezclados con otros más humildes, los menos, eso sí. Personal muy cualificado y perfectamente ensamblado para conseguir una máquina perfecta. Criterio y concepto. Japón y su gastronomía en muy alta expresión, con todo lo que esperas y con todo lo que no imaginas.
La emoción llega y te acompaña durante todo el trayecto, eso es lo que no se consigue en muchos sitios y eso es lo que yo busco. Y entonces aparece esa felicidad, la que nombraba al principio, intensa como ese caldo y fugaz como uno de esos nigiris, pero real, muy real...
Hay que pagarlo, pero además de largo, por lo que dices es excelente... me quedo con muchas ganas de ir.
ResponderEliminarSi no fuera tan efímera quizás acabáramos aburridos de la felicidad :)
Puede ser, quizá radique ahí, en lo efímero del momento, el motivo de todo esto. Un saludo.
ResponderEliminar