El genial Mikel López Iturriaga nos recuerda hoy en su blog lo que ocurre en las cocinas de algunos de los hospitales españoles (e imagino que de todo el "primer mundo").
Otro efecto más de las privatizaciones y del austericidio de lo público será la merma de calidad de los alimentos destinados a los pacientes. Mucho menos importante que lo sanitario pero muy triste.
Jamie Oliver intentó revolucionar colegios y la niña Martha Payne enseñó más vergüenzas de esos mismos menús infantiles. Seguro que ese tema también requiere una revisión.
En el caso de los centros sanitarios el problema es, obviamente, también de salud. Las dietas no se cuidan tanto como se debería.
Me quedo con un párrafo de la entrada que ha motivado esta misma:
Imagino que dar de comer en un hospital no debe de ser tarea fácil: cientos de comensales, muchas dietas distintas y un ritmo de servicios endiablado. Pero hay algunos hospitales en España donde se hace razonablemente bien. Además, mis cortas entendederas me dicen que una correcta alimentación es fundamental en la recuperación de cualquier enfermo, por lo que reducir gastos en este terreno es poco menos que una estupidez. Y más teniendo en cuenta que el coste no es demasiado alto: según un estudio elaborado por médicos del 12 de Octubre de Madrid, cada comida son 22 euros, y la cena, 7,2. No se trata de exigir delicatessen en las bandejas, sino simplemente demandar una comida digna, fresca y sana que ni insulte al paladar ni destruya el estómago.
Lo suscribo y repito lo que digo siempre, nos merecemos una comida más digna y más sana.
Otro efecto más de las privatizaciones y del austericidio de lo público será la merma de calidad de los alimentos destinados a los pacientes. Mucho menos importante que lo sanitario pero muy triste.
Jamie Oliver intentó revolucionar colegios y la niña Martha Payne enseñó más vergüenzas de esos mismos menús infantiles. Seguro que ese tema también requiere una revisión.
En el caso de los centros sanitarios el problema es, obviamente, también de salud. Las dietas no se cuidan tanto como se debería.
Me quedo con un párrafo de la entrada que ha motivado esta misma:
Imagino que dar de comer en un hospital no debe de ser tarea fácil: cientos de comensales, muchas dietas distintas y un ritmo de servicios endiablado. Pero hay algunos hospitales en España donde se hace razonablemente bien. Además, mis cortas entendederas me dicen que una correcta alimentación es fundamental en la recuperación de cualquier enfermo, por lo que reducir gastos en este terreno es poco menos que una estupidez. Y más teniendo en cuenta que el coste no es demasiado alto: según un estudio elaborado por médicos del 12 de Octubre de Madrid, cada comida son 22 euros, y la cena, 7,2. No se trata de exigir delicatessen en las bandejas, sino simplemente demandar una comida digna, fresca y sana que ni insulte al paladar ni destruya el estómago.
Lo suscribo y repito lo que digo siempre, nos merecemos una comida más digna y más sana.
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