Ya estuve una vez en el Astrid & Gastón madrileño aunque no he contado aquella experiencia, ahora toca Tanta, el nuevo bistró de Acurio en Barcelona. La cocina peruana es la cocina de moda, o lo era, que uno nunca sabe cuando se acaban las modas...
Local enorme y precioso, decorado con mucho gusto (y dinero).
Mesas desnudas, manteles individuales y servilletas de tela.
No hay menú y hay muchas opciones. Aquí se debe venir con la lección aprendida o dejarte llevar, el personal se esmera en facilitarte las cosas.
En la parte líquida también hay mucha variedad. Apetece probar...
Imprescindible el pisco sour, delicioso. La chicha morada es otra buena opción, además no tiene alcohol. Una Cusqueña bien fría también es recomendable. En vino ni pensé.
Comimos:
-Aperitivo (bollos y salsa, para entrar en calor)
-Cebiche criollo (corvina y langostinos en leche de tigre al rocoto, uno de esos platos que hay que probar, yo le quitaría ácido pero ya no sería lo mismo, bueno de verdad)
-Causa nikkei (adictiva, un bocado absolutamente delicioso, atún y mayonesa de aguacate soberbios)
-Wantanes (de cerdo y langostinos, salsa de tamarindo, algo secos y anodinos)
-Anticucho de corazón de ternera con salsa de ocopa (señoras y señores, una obra de arte, una carne espectacular)
-Tres leches de chocolate (postre para golosos y locos del chocolate, varias texturas, muy interesante y realmente acertado)
Unos buenos cafés cerraron la comida.
El personal, muy bien . Muchas ganas de agradar.
38 € por persona probando bastantes cosas, no está mal aunque algún plato me parece caro.
No seré yo el defensor de la cocina peruana, me gusta que el pescado sepa a pescado más que a lima, pero aquí se come bien. Este es uno de esos locales destinados al éxito y lo comprendo, es bueno, bonito y se puede pagar. Y esas modas, y ver y que te vean...
Ideal para conocer las cocinas de Perú, ideal para cenar bien y diferente, ideal para muchas cosas. Uno debe saber adonde va y debe sumergirse, luego se disfruta...
Local enorme y precioso, decorado con mucho gusto (y dinero).
Mesas desnudas, manteles individuales y servilletas de tela.
No hay menú y hay muchas opciones. Aquí se debe venir con la lección aprendida o dejarte llevar, el personal se esmera en facilitarte las cosas.
En la parte líquida también hay mucha variedad. Apetece probar...
Imprescindible el pisco sour, delicioso. La chicha morada es otra buena opción, además no tiene alcohol. Una Cusqueña bien fría también es recomendable. En vino ni pensé.
Comimos:
-Aperitivo (bollos y salsa, para entrar en calor)
-Cebiche criollo (corvina y langostinos en leche de tigre al rocoto, uno de esos platos que hay que probar, yo le quitaría ácido pero ya no sería lo mismo, bueno de verdad)
-Causa nikkei (adictiva, un bocado absolutamente delicioso, atún y mayonesa de aguacate soberbios)
-Wantanes (de cerdo y langostinos, salsa de tamarindo, algo secos y anodinos)
-Anticucho de corazón de ternera con salsa de ocopa (señoras y señores, una obra de arte, una carne espectacular)
-Tres leches de chocolate (postre para golosos y locos del chocolate, varias texturas, muy interesante y realmente acertado)
Unos buenos cafés cerraron la comida.
El personal, muy bien . Muchas ganas de agradar.
38 € por persona probando bastantes cosas, no está mal aunque algún plato me parece caro.
No seré yo el defensor de la cocina peruana, me gusta que el pescado sepa a pescado más que a lima, pero aquí se come bien. Este es uno de esos locales destinados al éxito y lo comprendo, es bueno, bonito y se puede pagar. Y esas modas, y ver y que te vean...
Ideal para conocer las cocinas de Perú, ideal para cenar bien y diferente, ideal para muchas cosas. Uno debe saber adonde va y debe sumergirse, luego se disfruta...
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