De los dueños de Entrebastidores ahora llega este Siendra. Una casa de comidas que pretende ser honesta y amable. Veamos pues.
Uno de los mejores locales, por situación, claro, de Zaragoza. La decoración no me entusiasmó, he de decirlo. Dos plantas diferenciadas.
Ambiente algo ruidoso, pero no muy incómodo.
Mesas desnudas, manteles individuales y copas mejorables.
Ofrece cocina de mercado, creativa y divertida. La parrilla tiene también su protagonismo. Carta y varios menús, a 18'80 € y a 25'90 €, son las opciones del domingo. Elegimos este último, se pueden probar más cosas. La fórmula incluye vino, un Esenzia 2011 (V.T. Bajo Aragón) que no muestra el nivel de los vinos aragoneses, no está mal pero preferiría otros de precio similar y mayor prestación.
Comimos:
-Terrina de foie con pan de aceite y flor de sal (ambos exquisitos, de verdad, merece la pena)
-Croqueta cremosa de hongos y setas (muy poco cremosa pese a su enunciado, esperaba más)
-Ajoarriero aragonés con huevos rotos (estupendo plato, tradición renovada, el manido argumento pero que aquí es válido)
-Cordero con patatas a lo pobre (deshuesado, contundente,un rotundo placer)
Me gustó mucho también el plato de chipirones que pidieron mis acompañantes, una opción muy interesante.
-Chocolate y aceite (otra interpretación de este postre, bueno, pero ¿por qué no atreverse con chocolate más puro y aceite más intenso?)
El café, solo correcto.
El precio es el comentado, todo está incluido.
Impresión general positiva, muchas ganas de hacer bien las cosas y acierto al llevarlas a cabo. En este mundo de comida en bolsas y quintas gamas se torna necesaria esta manera de trabajar. Claro que no todo luce, pero el tiempo puede ayudar a redondear platos y a pulir detalles.
Creo que le irá bien...
Uno de los mejores locales, por situación, claro, de Zaragoza. La decoración no me entusiasmó, he de decirlo. Dos plantas diferenciadas.
Ambiente algo ruidoso, pero no muy incómodo.
Mesas desnudas, manteles individuales y copas mejorables.
Ofrece cocina de mercado, creativa y divertida. La parrilla tiene también su protagonismo. Carta y varios menús, a 18'80 € y a 25'90 €, son las opciones del domingo. Elegimos este último, se pueden probar más cosas. La fórmula incluye vino, un Esenzia 2011 (V.T. Bajo Aragón) que no muestra el nivel de los vinos aragoneses, no está mal pero preferiría otros de precio similar y mayor prestación.
Comimos:
-Terrina de foie con pan de aceite y flor de sal (ambos exquisitos, de verdad, merece la pena)
-Croqueta cremosa de hongos y setas (muy poco cremosa pese a su enunciado, esperaba más)
-Ajoarriero aragonés con huevos rotos (estupendo plato, tradición renovada, el manido argumento pero que aquí es válido)
-Cordero con patatas a lo pobre (deshuesado, contundente,un rotundo placer)
Me gustó mucho también el plato de chipirones que pidieron mis acompañantes, una opción muy interesante.
-Chocolate y aceite (otra interpretación de este postre, bueno, pero ¿por qué no atreverse con chocolate más puro y aceite más intenso?)
El café, solo correcto.
El precio es el comentado, todo está incluido.
Impresión general positiva, muchas ganas de hacer bien las cosas y acierto al llevarlas a cabo. En este mundo de comida en bolsas y quintas gamas se torna necesaria esta manera de trabajar. Claro que no todo luce, pero el tiempo puede ayudar a redondear platos y a pulir detalles.
Creo que le irá bien...
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