Quiso la casualidad que reservara en este restaurante el día después de la muerte de Michel Guérard. Sirva esta entrada como homenaje.
La fonda ilustrada del famoso chef era pues mi primer destino en un viaje a Francia en agosto. El complejo es precioso y este local en particular también lo es.
Ambiente rústico y cocina vista. Fabuloso, de verdad.
Mesas con mantel individual de hilo, servilleta de tela y copas mejorables.
Sensación agradable.
El menú (58 €) mezcla cocina noble con cocina local y cocina rústica, pero todo bajo un prisma de alta cocina y el sello del gran chef. En lo enológico, carta corta y con protagonismo de la zona. Bebí una copa de Barocco 2012 (I.G.P. Landes), de la bodega del propio chef y me gustó.
Comí:
-Amouse-bouche (gougère de Bleu d'Auvergne, saucisson sec de Aldudes y las pieles de patata fritas con pimentón, maravilloso)
-Paté de la casa de cerdo, ave y foie gras con encurtidos (inconmensurable, qué sabor, qué textura y qué disfrute)
-Ternera «à la Royale» con foie gras, cerdo, mollejas y boudin (goloso, muy bien hecho, intenso y delicado a la vez)
Se sirve con macarrones en salsa de setas, algo pasados de cocción pero sabrosos, y un gran puré de patatas cremoso.
-Babà con pasas y Armagnac de nuestras viñas (con gran protagonismo del licor, una absoluta delicia)
Correcto café final.
El personal se mostró especialmente amable y diligente.
Pagué 75 €.
Salí muy contento de esta comida. Esas recetas clásicas francesas y esa buena mano a la hora de ejecutarlas dejan huella eterna en el comensal, o al menos en mí lo han hecho.
Conseguí lo que buscaba. O incluso más.
Solo pienso en llevar a gente que quiero.
Inolvidable.
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