Chuka Ramen Bar, Madrid

La sensación del momento (o una de ellas, claro) madrileño es este restaurante que bien podría ser una taberna japonesa tradicional renovada. Otro al que le tenía ganas...
Local bullicioso, bien ambientado.
Comí en una especie de barra con taburete alto. No es lo más cómodo.
Sin manteles, palillos correctos.
La carta es corta, ofrece ramen, bao bun y gyozas preferentemente. En lo que respecta a vinos, menos opciones todavía. Del par que se ofrecían probé una copa de un chardonnay únicamente correcto. Por ahí se puede avanzar.
Comí:
-Pan de gambas con crema de edamame (aperitivo interesante)
-Bao bun de langostino tigre (con cilantro y salsa dragón, para comerse una docena, acertadísimo)
-Hane gyozas de vaca madurada y kimuchi (excepcionalmente delicadas, uno de los platos que justifican la visita, un espectáculo)
-Ramen con miso y sake kasu (con albóndiga de sepia y gamba, el caldo más intenso que he probado en una sopa que por sí sola puede ser una comida y que es un absoluto placer)
-Mochi donut (mochi frito con helado, curioso)
El personal se mostró amable y capaz. Solicité medias raciones para probar más cosas pero no accedieron, una pena.
Pagué unos adecuados 46 €. Hay que decir que se puede comer por mucho menos, pero me apetecía conocer varias preparaciones.
Todo lo bueno que había leído es verdad, este es el típico sitio al que yo iría muchas veces de vivir en Madrid. Productos de calidad, esmero y criterio parecen ser las señas de identidad, eso y buena promoción son las claves del éxito.
Los ramen son la columna vertebral, pero el resto es realmente especial.
Imprescindible.

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