De nuevo en este templo.
Todo sigue igual.
Escogimos el menú Carmen (40 €), que incluye el fresco Viñas del Vero Chardonnay 2018 (D.O. Somontano) y el amable Enate Cabernet-Merlot 2017 (D.O. Somontano).
Llega la comida:
-Aperitivo (royal de azafrán y ajo tostado con soja, mejor el segundo pero, en general, ha habido mejores recibimientos en esta casa)
-Espuma de mojito (demasiado dulce para este momento)
-Sopa de cebolla y crujiente de boletus (maravillosa como siempre, un plato mayúsculo)
-Salsifí con molleja rustida y almendra (el jugo de carne que hace de hilo conductor eleva sobremanera la preparación)
-Royal de alcachofa, gamba roja y crujiente de cerdo (delicioso en sus partes, pero sin ese fondo que le hubiera dado sentido al conjunto)
-Arroz de trufa con royal de foie (plato eterno y que mejora en cada ocasión, inconmensurable)
-Cocochas de bacalao al pil-pil (otro clásico de la casa, también magnífico)
-Chocolates y helado de leche cruda (correcto, esperba más)
El café permanece a buen nivel.
El personal se mostró atento y capaz, como en cada visita.
Pagamos unos 43 € por persona. Muy bien.
Carmelo Bosque y su joven equipo siguen en forma, refinando la base tradicional de sus platos y llevando sus recetas a la excelencia.
Observo algún claroscuro, sí. Por ahí es por donde no hay que ir.
Nada nuevo, o todo nuevo, según se mire. Lo importante es que aquí se sigue comiendo muy bien y que este menú tiene poca competencia.
Bravo.
Todo sigue igual.
Escogimos el menú Carmen (40 €), que incluye el fresco Viñas del Vero Chardonnay 2018 (D.O. Somontano) y el amable Enate Cabernet-Merlot 2017 (D.O. Somontano).
Llega la comida:
-Aperitivo (royal de azafrán y ajo tostado con soja, mejor el segundo pero, en general, ha habido mejores recibimientos en esta casa)
-Espuma de mojito (demasiado dulce para este momento)
-Sopa de cebolla y crujiente de boletus (maravillosa como siempre, un plato mayúsculo)
-Salsifí con molleja rustida y almendra (el jugo de carne que hace de hilo conductor eleva sobremanera la preparación)
-Royal de alcachofa, gamba roja y crujiente de cerdo (delicioso en sus partes, pero sin ese fondo que le hubiera dado sentido al conjunto)
-Arroz de trufa con royal de foie (plato eterno y que mejora en cada ocasión, inconmensurable)
-Cocochas de bacalao al pil-pil (otro clásico de la casa, también magnífico)
-Chocolates y helado de leche cruda (correcto, esperba más)
El café permanece a buen nivel.
El personal se mostró atento y capaz, como en cada visita.
Pagamos unos 43 € por persona. Muy bien.
Carmelo Bosque y su joven equipo siguen en forma, refinando la base tradicional de sus platos y llevando sus recetas a la excelencia.
Observo algún claroscuro, sí. Por ahí es por donde no hay que ir.
Nada nuevo, o todo nuevo, según se mire. Lo importante es que aquí se sigue comiendo muy bien y que este menú tiene poca competencia.
Bravo.
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