El museo del vino más importante del mundo y una visita imprescindible para alguien interesado en esto de la gastronomía, ni más ni menos.
La entrada, 24 €, incluye la exposición permanente, la temporal y una degustación de vino en la parte más alta del edificio. Por cierto, yo bebí Château la Verrière blanc 2020 (Bordeaux Supérieur A.O.C.), un blanco muy aromático, y un dulce azerbaiyano llamado Yelenendorf elaborado con muscat.
La exposición es didáctica y muy útil para adentrarse en el mundo del vino. Si conoces algo más no es tan interesante, pero seguro que encuentras información nueva.
Hay restaurante (del que hablaremos), tienda de vinos, bar y tienda de recuerdos. Todo ello muy agradable.
Magnífico.
Id.
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