La Habana posee algunos de los establecimientos hosteleros más míticos del mundo. Hablaré aquí de tres de ellos, puesto que de restaurantes ya estoy haciendo otras entradas.
Probé el mojito y bien, refrescante. El ambiente, la música y la historia superan al trago.
Costó unos 150 pesos cubanos.
Floridita es el otro gran bar cubano. Aquí el emblema es el daiquirí, que Hemingway hizo eterno.
Debo decir que el daiquirí me gustó bastante, aunque en la isla se prueban muy ricos.
Buen ambiente. También precios ligeros, el cóctel vale unos 160 pesos cubanos.
Me apetecía muchísimo ir a Coppelia, aquel sueño revolucionario de que la mejor heladería del mundo estuviera precisamente en Cuba. Y que, además, fuera asequible.
Hoy, este precioso edificio, es lo que puede ser. Pero sigue.
El helado es demasiado dulce, pero debo decir que lo disfruté como el niño que fui, especialmente las bolas de fresa bombón (que da nombre a la maravillosa "Fresa y chocolate").
Costó 30 pesos cubanos. La felicidad más barata que recuerdo.
Tres visitas obligadas en un viaje a La Habana, no lo dudéis.
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