Con la idea de una comida tradicional en el centro de El Puerto me decanté por este restaurante.
Sala algo abigarrada, pero agradable.
Mesas bien vestidas pero demasiado próximas entre sí. Copas mediocres.
Ambiente pretendidamente noble.
La carta es muy extensa y está centrada en productos de la zona. En lo enológico, me puse en manos del personal. Probé Fino Pavón (D.O. Jerez-Xérès-Sherry), fresco y afilado, Fino Quinta (D.O. Jerez-Xérès-Sherry), seco y punzante, Fino Coquinero (D.O. Jerez-Xérès-Sherry), estructurado y largo, Manzanilla Pasada Gabriela Oro en Rama (D.O. Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda), elegante y maravillosa, y Santa María Cream (D.O. Jerez-Xérès-Sherry), dulce y tostado.
Comí:
-Tartar de erizo y gambas (intenso, muy rico)
-Brioche de tartar de atún del Estrecho con huevo de codorniz (ningún interés)
-Acedías de trasmallo fritas en aceite de oliva (impresionante fritura, un placer)
-Ventresca de atún del Estrecho a la parrilla (la excelencia, un producto descomunal bien tratado)
-Tarta de queso payoyo (terrible presentación, sin más)
Muy buen café para acabar.
El personal se mostró muy amable.
Pagué 68 €.
Se nota que ha habido intento de renovación, pero obviamente se ha quedado a medio camino de la actualidad.
El producto, la parrilla y las frituras son su activo. Por ahí hay que ir.
Esa ventresca hace que te olvides de lo mejorable...
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