Cerrada la casa madre en agosto, no quise perderme la barra.
Local con todo el protagonismo para la barra, cómo no, en blanco y metal.
Servilletas de tela y buenas copas.
La carta se centra en los productos del mar y varía según la pesca del día. En lo enológico opté por dejarme aconsejar. Bebí Don Zoilo Fino en Rama (D.O. Jerez-Xérès-Sherry), tremendo, Ca'n Verdura Supernova Moll 2023 (D.O. Binissalem Mallorca), delicado y sugerente, Dominio del Cárabo Crianza 2023 (D.O.Ca. Rioja), intrascendente, y Oxer Suzzane 2023 (D.O.Ca. Rioja), jugoso y largo.
Me sorprendió que no se me ofreciera ni un blanco ni un tinto andaluces.
Cené:
-Tosta de atún mechado (un bocado glorioso)
-Sardinas marinadas (me sobra el tomate, rico)
-Croqueta de algas y espinacas (esperaba más contundencia)
-Pez espada en crudo y cítrico (me encantó, gran producto muy bien aliñado y con judías verdes y cebolla encurtida como contraste)
-Almejas en salsa (descomunales, en un punto perfecto)
-Borriquete con ajo y pimientos (inolvidable, una pieza maravillosa tratada de una manera ejemplar, sabroso y jugoso)
-Chocolate y avellanas (buen postre)
No tomé café.
El personal se mostró amable y capaz.
Pagué 78 €.
La propuesta es tan convincente como divertida, así que el disfrute del comensal está más que asegurado.
Lo marino como hilo conductor y el criterio como guía. Nada puede salir mal.
Una barra imprescindible.
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