Ya mostré mi absoluta admiración por la primera temporada, pero es que esta es todavía mejor.
Se siguen tratando los temas de la anterior entrega, pero aquí se exploran el crecimiento personal, la búsqueda de la excelencia, la dificultad para conciliar la vida personal con una pasión como la cocina y las cargas familiares.
La crítica habla de ese episodio 6 maravilloso y que debería ganar muchos premios, pero el bueno es el 7 en el que un personaje descubre el placer de mejorar profesionalmente. Y la pasión, siempre la pasión.
Además del protagonista y los sobresalientes cameos, cabe destacar la estupenda labor de Ayo Edebiri.
Lo gastronómico resplandece y la alta cocina se ve bien defendida y argumentada. El trabajo, la dedicación y el eterno proceso creativo quedan definidos.
Una de las ficciones más logradas de los últimos años.
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