Este pequeño comedor donostiarra era la última parada del viaje, y tenía ganas de conocerlo... Local diminuto e incómodo, pero con encanto. Paredes blancas, madera y escasa decoración. Mesas desnudas, copas adecuadas. Se ofrece cocina de mercado, desenfadada, con raíces y viajera a la vez . Solicité medias raciones pero no pudo ser. En lo enológico, carta corta pero bien interesante. Opté por vinos por copas y probé el sutil Henri Bourgeois La Vigne Blanche Sancerre 2017 (Sancerre A.O.C.) y el inconmensurable Viña Tondonia blanco Reserva 2004 (D.O.Ca. Rioja). Sal de Añana y buenos pan y aceite de oliva virgen extra a modo de inicio. Comí: -Croqueta de setas (cremosa, nada especial) - Ostra con ajoblanco de avellanas, manzana, apio y pepino (una delicia, equilibrio y sabor) -Atún rojo en salazón con helado de wasabi, mayonesa de ajo negro y nuestros encurtidos (atún de Balfegó, un plato que no revoluciona la cocina, pero que está rico, correctos matices) - Rodabal
El blog gastronómico de El francotirador