Tenía yo muchas ganas de conocer esta comida, que tantas alabanzas despierta. Es de esos imprescindibles madrileños que todavía no conocía, así que había que subsanarlo. Local minimalista, en madera. Mesas demasiado juntas. Manteles de tela, cubertería y vasos de Ikea y copas mejorables. Aquí se comen platos del sudeste asiático (con predominio de los vietnamitas). Se puede elegir carta o menú degustación (38 €), nos quedamos con este último. En lo referente a vinos, poca variedad y precios algo elevados. Eso sí, hay buenas referencias. Opté por un Expression d'Orthogneiss Domaine de l'Ecu 2009 (AOC Muscadet-Sèvre et Maine), monovarietal de melon de Borgoña, un vino denso, mineral, con agradable acidez, de los que se recuerdan, ampliamente recomendable. Comimos: -Sopita de pepino (aperitivo que ya te traslada a otro concepto, agradable) -Nem cua (de cangrejo y cerdo, muchos matices, deliciciosos) - Dumplings (una de las vedettes de la casa, increíbles) -Samosas (sabores prof