Elegí este restaurante para la comida de camino a Burdeos.
Era final de agosto y la comida se sirvió en la piscina del hotel.
Acogedor.
Manteles individuales y servilletas de tela.
Comí el menú del día (22 €), pero la oferta comprende carta y varios menús. No tomé vino, pero sí el agua con gas local Ogeu, que me gustó.
Llega lo sólido:
-Tartar de atún, higos y tomates (muy fresco, levemente aliñado, los piñones me parecieron interesantes)-Filete de trucha y yogur gourmand (jugoso pescado con un yogur con aceite y eneldo y también con un puré de guisantes algo tosco, rico)-Panna cotta de limón y frutas de temporada (combinación ganadora, delicioso)
El café, servido con dos financiers de chocolate, era bueno.
El personal se mostró amable.
Pagué 30 €.
El refrescante menú es convincente, aunque quizá algo caro para calidad y cantidad.
De todos modos, un día caluroso pedía ese tipo de comida y la disfruté. Se nota que en esta casa se hacen las cosas bien.
Intuyo que, por la noche, debe de ser un lugar idílico.
Recomendable.
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