El primero de los desayunos del viaje fue en Mallorca, un establecimiento clásico y pretendidamente noble.
Un pastel milhojas, versión individual de su famosa tarta, un buen café (y un guirlache de cortesía) fue lo que elegí. El pastel, crujiente y sabroso.
Muchas opciones dulces y saladas y buen ambiente. No se encuentra la excelencia de otros sitios, pero cumple.
Costó unos 5 €.
Volví a Mamá Framboise, que hacía demasiado.
Esta vez probé su croissant roll de chocolate, que me gustó mucho. Hojaldre aéreo y fantástica cobertura.
El café, por el contrario, no estuvo a la altura.
He leído que el nivel ha bajado, pero la repostería no lo indicaba.
Costó unos 4 €.
Así pues, dos opciones interesantes para endulzar las mañanas madrileñas, o para coger fuerzas para pasear una ciudad que requiere eso, paseos.
Un pastel milhojas, versión individual de su famosa tarta, un buen café (y un guirlache de cortesía) fue lo que elegí. El pastel, crujiente y sabroso.
Muchas opciones dulces y saladas y buen ambiente. No se encuentra la excelencia de otros sitios, pero cumple.
Costó unos 5 €.
Volví a Mamá Framboise, que hacía demasiado.
Esta vez probé su croissant roll de chocolate, que me gustó mucho. Hojaldre aéreo y fantástica cobertura.
El café, por el contrario, no estuvo a la altura.
He leído que el nivel ha bajado, pero la repostería no lo indicaba.
Costó unos 4 €.
Así pues, dos opciones interesantes para endulzar las mañanas madrileñas, o para coger fuerzas para pasear una ciudad que requiere eso, paseos.
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