El imperio Dani García se expande y me apetecía conocer el nuevo local capitalino.
Situación noble, local grande, bonito y decorado con motivos marinos actualizados. Me gusta.
Mesas bien vestidas pero algo pequeñas. Intuyo que, a pesar de ser tres, se nos asignó una mesa para dos. Copas adecuadas.
La carta ofrece especialidades marinas con el sur como referente. Pescados enteros en diferentes preparaciones, atún... No hay menú. En lo enológico, carta extensa a precios muy elevados. Escogí Bico do cabo 2018 (D.O. Rías Baixas), fresco y untuoso, y Ménade Sauvignon blanc 2018 (D.O. Rueda), aromático y concentrado.
Comimos:
-Gazpacho de calabaza (aperitivo, anodino)
-Tartar trío de atún (ventresca, descargamento y hueva de hembra apenas aliñados, impresionante oda al producto)
-Salmonetitos fritos (impecable fritura, mucho sabor, una delicia)
-Mejillones a la brasa (realmente especiales, potente ahumado de la brasa, gran intensidad)
-Pollo (gallineta frita troceada de 1,400 kg, excepcionales producto y técnica aunque algo más de sal hubiera elevado sabores, un disfrute)
-Melón melón (granizado de melón y la fruta al natural, goloso y refrescante a la vez)
-Happy hippo (postre de alta cocina emulando el pastelito infantil, muy rico)
El café está a buena altura.
El personal se mostró amable y capaz, aunque algo irregular.
Pagamos unos 78 € por persona. Excesivo, se paga zona y marca.
Un proyecto destinado a triunfar en una ciudad que aprecia el pescado como casi ninguna otra. Dani García ofrece algo muy apetecible y que satisface las expectativas de públicos amplios y muy diversos.
En cocina se ve amplio conocimiento y mejor funcionamiento. La selección del producto es el otro gran acierto.
Un sitio para ictiófagos inquietos (con buena cartera).
Situación noble, local grande, bonito y decorado con motivos marinos actualizados. Me gusta.
Mesas bien vestidas pero algo pequeñas. Intuyo que, a pesar de ser tres, se nos asignó una mesa para dos. Copas adecuadas.
La carta ofrece especialidades marinas con el sur como referente. Pescados enteros en diferentes preparaciones, atún... No hay menú. En lo enológico, carta extensa a precios muy elevados. Escogí Bico do cabo 2018 (D.O. Rías Baixas), fresco y untuoso, y Ménade Sauvignon blanc 2018 (D.O. Rueda), aromático y concentrado.
Comimos:
-Gazpacho de calabaza (aperitivo, anodino)
-Tartar trío de atún (ventresca, descargamento y hueva de hembra apenas aliñados, impresionante oda al producto)
-Salmonetitos fritos (impecable fritura, mucho sabor, una delicia)
-Mejillones a la brasa (realmente especiales, potente ahumado de la brasa, gran intensidad)
-Pollo (gallineta frita troceada de 1,400 kg, excepcionales producto y técnica aunque algo más de sal hubiera elevado sabores, un disfrute)
-Melón melón (granizado de melón y la fruta al natural, goloso y refrescante a la vez)
-Happy hippo (postre de alta cocina emulando el pastelito infantil, muy rico)
El café está a buena altura.
El personal se mostró amable y capaz, aunque algo irregular.
Pagamos unos 78 € por persona. Excesivo, se paga zona y marca.
Un proyecto destinado a triunfar en una ciudad que aprecia el pescado como casi ninguna otra. Dani García ofrece algo muy apetecible y que satisface las expectativas de públicos amplios y muy diversos.
En cocina se ve amplio conocimiento y mejor funcionamiento. La selección del producto es el otro gran acierto.
Un sitio para ictiófagos inquietos (con buena cartera).
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