Elegí este restaurante para cenar en Girona por su mimo al producto y sus buenas referencias.
Local agradable, abovedado y cuidado.
Mesas demasiado próximas entre sí.
Sin manteles, servilletas de tela y buenas copas.
La carta ofrece cocina de producto y de proximidad con buenas dosis de creatividad. En lo enológico, carta no muy larga pero bien seleccionada. Escogí Vides velles 2021 (sin D.O., zona del Empordà), fresco y sabroso.
Cenamos:
-Brioche con manitas de cerdo, rebozuelos y comté (goloso, bien)
-Guisante lágrima del Maresme, salsa de manzanilla La Guita y mantequilla (descomunales, una pequeña maravilla)
Buen café final.
El personal se mostró muy amable.
Pagamos unos 60 € por persona.
Adrià Edo y Julia Trota dejaron El celler de Can Roca para apostar por su propia visión y acertaron. Qué bien se come aquí.
Frescura, calidad y mucho criterio son sus señas y se ven en cada receta.
Adelante.
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