Volvimos a este establecimiento, esta vez al restaurante propiamente dicho.
Sin cambios.
Mesas demasiado próximas entre sí.
Manteles de tela, copas mejorables.
La carta es muy extensa y ecléctica, pero pescado y marisco predominan. En lo enológico, pocas referencias y no mucho interés. Bebimos Canals & Munné Dionysus Brut Nature Eco 2018 (D.O. Cava), que me encantó, y Ruchel godello Secretos 2020 (D.O. Valdeorras), decepcionante.
Llega la comida:
-Crema de calabacín y chips (correcto aperitivo)-Calamar en tempura (realmente una orly, muy ricos)-Tataki de atún (buen producto y adecuado tratamiento)-Raviolis de foie con salsa de trufas (algo abigarrado, pero se disfruta)-Mariscada (variada y con puntos bastante conseguidos, bien)-Tocinillos de cielo (golosos)Gran café final
Se sirvió orujo cortesía de la casa.
Pagamos 58 € por persona.
Lo cierto es que esperaba mejores sensaciones, mas debo decir que pasamos un rato agradable y la comida estuvo a la altura.
Quizá centrar el tiro en preparaciones más sencillas sería el acierto definitivo.
Buena opción en Sitges.
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