Conocí Narru en su anterior ubicación, pero en formato pintxo.
Ya era hora de probar su menú.
Local bonito, con mucha madera y aire noble.
Mesas bien vestidas pero demasiado próximas entre sí. Copas adecuadas.
Aquí manda el producto noble con leves toques de autor del chef Íñigo Peña. Se ofrece carta y menú degustación (120 €), que fue lo que elegimos. En lo enológico, carta potente bien diseñada. Opté por Matalaz 2023 (D.O.Ca. Rioja), de Oxer Bastegieta, que me encantó. Con los postres probamos el K5 Vendimia Tardía 2021 (D.O. Getariako Txakolina), sutil y redondo, y Pandorga Tintilla de Rota 2022 (I.G.P. Cádiz), gran dulce atlántico.
Vamos con la comida:
-Croquetas de jamón (ricas)
-Lubina aliñada (con verduras y almendras, sabrosa)
-Salpicón de bogavante del Cantábrico (la excelencia, elegante, sedoso y con todo el protagonismo para el marisco)
-Alcachofa, borraja, espárrago (nitidez y potencia, inconmensurable)
-Centolla, papada y pan (delicioso)
-Ravioli de rabo, foie. setas y trufa (goloso y reconfortante, muy bien hecho)
-Kokotxas (confitada, a la romana, en salsa verde y a la parrilla, impresionantes)
-Txuleta (descomunal producto, qué contundencia...)
-Pimientos de cristal (para comerse no menos de mil, increíbles)
-Limón, yogur y maíz (una especie de lemon pie muy agradable)
-Chocolate, frutos secos y aceite (correcto)
-Petit fours (trufa y teja, muy bien)
Buen café final.
El personal se mostró algo irregular, pero el sumiller mejoró la nota de todo el equipo de sala.
Pagamos 160 € por persona.
Lo disfruté de verdad.
Fue lo que buscaba. Enorme materia prima tratada con maestría y con mimo, todo listo para que el comensal viva un buen momento.
No me hubiera importado algo más de creatividad o de valentía en salsas y contrastes, pero aquí no va de eso.
En fin, un acierto.
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