Septiembre pasado, Madrid y restaurante nuevo de cocina judía (pero tambieén argentina). Todo bien pues.
Decoración curiosa, con reminiscencias judías. Gres y madera.
Mesas desnudas de material pétreo. Copas adecuadas y servilletas de hilo.
La carta se centra en especialidades árabe-israelíes y argentinas. Muy apetecible. No hay menú. En lo enológico, referencias españolas y argentinas, principalmente, y de cierto interés a precios aceptables. Probé copas del perfumado Laborum Torrontés 2019 (Cafayate, Argentina) y del concentrado Catena Paraje Altamira Malbec 2017 (Mendoza, Argentina).
Comí:
- Bagel de Jerusalén con labneh y zaatar (muy bien hecho, un impresionante aperitivo)-Hummus clásico (servido con delicioso pan de pita especiado, uno de esos platos que dan sentido a una visita a un restaurante, excepcional)-Empanadas criollas (jugosas y sabrosas, muy bien)-Molleja ahumada con ras el hanout (molleja de ternera ahumada con especias y a la parrilla, tahina, encurtidos y varios matices, buen plato)-Baklawa de almendra, pistacho y nueces (intenso, conseguido)El café estuvo a buena altura.
El personal se mostró amable, aunque algo irregular.
Pagué unos 60 €, pero se puede comer por menos.
Me gustó este restaurante. El concepto es sugerente, aunque quizá el ticket medio sea algo excesivo para lo que ofrece.
En esa cocina se observa buen gusto y criterio, pero la ausencia de opciones puede ser un lastre.
Este viaje gastronómico se hace con gusto, indudablemente.
Comentarios
Publicar un comentario